A lo largo de esa orilla existían numerosos lugares de los que se antojan ideales para sacar una buena pieza pero la cosa no estaba tan fácil. Llegando a un árbol del cual tan solo se apreciaba la copa fuera del agua, decidí pescarlo a conciencia, y estuve un buen rato escudriñando las zonas inferiores del mismo con la silicona, cuidando de no enganchar. Increíble pero cierto, pico un lucio, era pequeño, de unos dos kilos aproximadamente, comenzó a bregar muchísimo, y cuando se acerco al kayak y se percato de mi presencia la lucha fue tremenda, finalmente se escapó y no pude tenerlo en mis manos, una pena.
Monte mis cañas antes de salir a navegar y las deje en los cañeros. Una de ellas con un artificial Bagley de media agua simulando un pequeño bass y la otra con una silicona le’manns a medio plomar para rastrear el fondo.
Llegados a la zona del pantano acordada, ya que estos dos (Miguel y David) se ataron a mí para que los remolcara hasta allí, nos separamos. David se quedo al comienzo de una gran cola y Miguel se cruzo a la orilla de enfrente. Yo me dispuse a entrar hasta el fondo de la cola ayudado por supuesto por mi nuevo motor. Al poco de comenzar a navegar observe un tronco semihundido que sobresalía aproximadamente 1 metro por encima del agua. No pude resistirme, lance el artificial, y efectivamente apareció un fantástico bass de kilo y medio aproximadamente, con grandes ganas de lucha que al final pude sacar fuera del agua. Así seguí recorriendo la orilla y rápidamente conseguí mi segunda captura, aunque esta vez algo más pequeña.
Paso un buen rato hasta que conseguí la siguiente captura, un bonito bass de algo menos de un kilo. Por fin llegue a una zona de cortados de pizarra que llevaba observando durante un buen rato y mi intuición volvió a acertar, efectivamente apareció otra buena pieza. Otro bass de kilo y medio como el anterior, perecían gemelos. Una foto preciosa como podéis observar. Tras tomar esa foto los dos fueron devueltos al agua en aquella zona de pizarras. Después de tanta acción busqué a mi amigo Miguel y a David y nos juntamos en una orilla para tomar un tentempié, y poder comentar las mejores jugadas. Después de tomarnos un merecido descanso nos decidimos a continuar con la pesca a ver si teníamos suerte, sobre todo Miguel y David, los cuales tenían un día malo y no estaban consiguiendo las capturas esperadas. Miguel había sacado algún bass cuarterón y a David aun no le olían las manos a pescado.
Esta vez David se vino conmigo y Miguel se separó de nosotros buscando algo de tranquilidad en otra orilla. Comenzamos a pescar la orilla yo con mi artificial Bagley y David con un rapala de 8 centímetros del tipo Shad. La cosa estaba un poco apagada, no teníamos picadas y Miguel tampoco daba señales de vida por la emisora. Así llegamos a una zona muy bonita, donde había algunos matorrales sumergidos que creaban una zona muy interesante en una zona de mediana profundidad. Lance mi artificial y el corazón me dió un vuelco cuando note el tirón. Pensé que traía el bass de mi vida, estuve un buen rato luchando con el hasta que conseguí ver su sombra y darme cuenta de que se trataba de un barbo, ¡un gran barbo! Es increíble como tiran estos peces, remolcó el kayak hacia el centro de la cola, y eso que tenía el freno del carrete ajustado. Después de una lucha estupenda pude acercarlo al kayak y subirlo a bordo con ayuda de David que había estado viendo toda la operación, precioso; ¡espero que os guste la foto! Después de regocijarnos de la captura proseguimos con la pesca, aunque la cosa cada vez fue a menos. Solo salían basses muy pequeños, y el calor se hacía insufrible.
Eran ya casi las 4 de la tarde cuando llegamos a la zona donde teníamos los coches para recoger. Recogimos, bajamos al primer chiringo y… ¡Cervecita de la buena! Un día magnifico, al menos para mí. El motor estupendo, las capturas magnificas, y motivos para estar toda la semana castigando psicológicamente a mis compis de pesca, je je je! Una pena que no saliera el lucio y hubiese hecho pleno.